Una vez terminadas las vacaciones y recargadas las pilas hay que volver al trabajo.
A la semana de estar de nuevo en la oficina ya parece que han pasado meses pero ahí están las fotos para recordarnos que no hace muchos días estábamos disfrutando fuera de las cuatro paredes que vemos casi a diario.
Uno de los lugares que he visitado este verano ha sido a la Sierra de Gredos. Allí nos alojamos en el Parador de Gredos, donde además de una excelente comida (a destacar las patatas revolconas) y una habitación impresionante destaca un elemento que no sabíamos que estaba allí hasta que llegamos: una gran terraza común que apunta hacia la Sierra de Gredos.
Las noches desde esa terraza son espectaculares, te puedes tumbar en una hamaca con una copa en la mano mientras ves miles de estrellas. Pero no todo son las vistas nocturnas, los atardeceres resultan absolutamente impresionantes.
Tuve la suerte de que en nuestro segundo día de estancia el cielo estaba medianamente encapotado de preciosas nubes, pero justo en el momento de ocultarse el Sol (cuando ya casi había perdido la esperanza) se abrió un claro dando lugar a la mejor «hora dorada» que he visto nunca. Justo de ese momento es la foto que os enseño hoy.
Como ya había previsto de antemano hacer fotos a la puesta de Sol llevaba un rato en la terraza con todos los cacharros preparados, las mediciones hechas y el sitio cogido.
A medida que se acercaba la hora la terraza se fue llenando de gente con cámaras compactas, móviles y alguna otra reflex, sin embargo mi previsión me permitió seleccionar antes que a nadie el encuadre. Creo que es la primera vez que preparo con tanta antelación el equipo… y la verdad es que me alegro de haberlo hecho (muchas gracias a mi chica por aguantar a mi lado a pesar del «fresco» que hacía).
Hice la primera foto, revisé la imagen y el histograma, ajusté ligeramente los parámetros e hice un par de ellas más (por si acaso) y después disfruté del espectáculo.
Pasado el momento, volví a mirar las fotos en la pantalla de la cámara y me pareció que tenían potencial, pero pocas veces te puede fiar de lo que se ve.
Una vez de vuelta a casa volqué las fotos en el ordenador y me puse con ella.
Con unos ajustes de curvas para realzar los colores (aunque el naranja no llega a ser todo lo naranja que se veía) ya tenía la fotografía que quería.
Tengo que decir que esta es una de las fotos de las que estoy más orgulloso de los últimos tiempos. Desde que empecé a buscar el encuadre hasta el acabado final siempre tenía en la cabeza dibujada esta fotografía.
Todos los ajustes de la cámara los preparé para que la imagen resultante fuese como esta y creo que es la primera vez que logro que la imagen de mi mente se plasmase al 100% en la fotografía.
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La foto es espectacular, me gusta mucho. Me alegro que hayas conseguido una foto que tenías en mente y que no te haya «decepcionado»
Un abrazo,
jmr